ENLACES DE INTERÉS
En la biblia lo ponía claro: “Todas las aguas van a la mar y la mar nunca se llena, porque allí de donde vinieron tornan de nuevo para volver a correr”. Cualquier teoría que se saliera de la que aparecía en la Biblia no era válida, por lo tanto se creía que un manantial nacía por la filtración del agua de mar en la tierra, y que al evaporarse se destilaba y se libraba de la sal, saliendo a la superficie por lo manantiales.
Pero en 1670, Pierre Perrault, cobrador de finanzas en el Ayuntamiento de París, comprobó que la cantidad de agua evacuada por el río Sena durante tres años, era muchísimo menor a lo que habían descargado las lluvias en la cuenca del río durante ese mismo periodo de tiempo. A partir de esta observación y de los trabajos de otros estudios, se formuló un concepto científico a escala global: el ciclo hidrológico.
En el ciclo hidrológico, el agua de la superficie de la Tierra se evapora y vuelve a la atmósfera, donde se condensa y luego cae en forma de lluvia otra vez a la Tierra. Cada vez que llueve, una parte del agua acaba deslizándose en la superficie del terreno, pero otra parte de lluvia se filtra por el terreno, y da comienzo a un viaje subterráneo, hasta que en unos meses, años e incluso siglos, vuelve a la superficie en forma de manantiales, pozos o ríos.
Los manantiales pueden ser de filtración (que se secan en los periodos de pocas precipitaciones), o de caudal constante (que siempre tienen agua, proporcionando suministro de agua local) como es el caso de nuestro manantial Fuente en Segures.