ENLACES DE INTERÉS
La diferencia de temperatura de ambas estaciones no hace caer en el error de pensar que, en invierno, podemos pasar más tiempo sin beber agua que en verano… ¿Te explicamos por qué?
Durante el verano, cuando las temperaturas son muy altas, nos acordamos fácilmente de lo importante que es ingerir líquidos con frecuencia para prevenir una deshidratación. Por el contrario, en la estación más fría sudamos menos y no experimentamos calor, por lo que reducimos considerablemente la ingesta de agua mineral natural. Esto puede perjudicar notoriamente a nuestro organismo. Y es que, el agua es vital para que el cuerpo funcione adecuadamente tanto a nivel físico como cognitivo e interviene en un gran número de procesos metabólicos.
Dolores musculares y de cabeza, fatiga o calambres… son síntomas que solemos atribuir a “golpe de calor” producidos por fuentes de calor como calefacciones y aires acondicionados. Sin embargo, esos están más relacionados con cuadros de deshidratación de lo que imaginas.
Consejos para hidratarnos con el frío
Con las bajas temperaturas del invierno es fundamental beber los 8 vasos diarios recomendados (de 2 a 3 litros). Hay gran variedad de formas de hidratarse correctamente. Por supuesto, el agua es la más importante de todas, pero es recomendable complementarla con otras bebidas.
A diferencia del verano, en invierno pueden apetecernos más las bebidas calientes, que hidratan igual. Una infusión o un caldito resultan igualmente útiles a la hora de reponer líquidos, y además si están calientes y mantenemos un nivel de calefacción moderado podemos sentirnos el placer del contraste de temperatura.